- Hola Nico, ¿Qué tal te fue el día en la escuela? – le preguntó en la video llamada de WhatsApp semanal la noche anterior
- Charlie me quitó la bici y no conseguí que me la devolviera
- ¿No te ayudó Nana?
- ¡Ma! – no hay respuesta y Jane siente ardor en el estómago – ¡Ma!, ¡Nico! – el pijama de felpa empieza a darle calor y sus manos secas se aferran al móvil mientras aprieta la mandíbula inconscientemente. La pantalla sigue vacía, se escuchan voces algunas de las cuales puede reconocer. Una de ellas la de su padre que aunque no suele estar en casa parece que hoy si lo está aunque su tono de voz suena raro. Sus palabras no son claras, como si tuviera un caramelo enorme en la boca y no consiguiera pronunciar bien. – ¡Nico!, ¡Ma! – intenta afinar el oído para entender la conversación, escucha a Má hablándole a Pá
- Jane, nos ayudará, nos mandará el dinero de la medicina, no te preocupes Chato
- Jane, mija. ¿Cómo estás?
- Bien Ma, ¿qué pasa? ¿Por qué hay tanta gente en la casa?
- Es Pá, ha tenido un ictus -haciendo un esfuerzo por hablar sin revelar un tono de alarma – y casi no lo cuenta. – Jane respira hondo y una punzada en la sien le produce una pequeña contracción en el musculo bajo el ojo derecho – Necesita medicina, Jane, y cuesta un jornal de una semana por día de tratamiento
- Má, ¡mandé todo el dinero la semana pasada y hasta fin de mes no volveré a cobrar!, ¿Por qué me castiga Dios con esto? – Le parece como si todos sus esfuerzos por intentar ayudar a su familia a causa de sacrificios no tienen punto de fin.
- Jane – dice su madre con los ojos muy abiertos y una mueca de miedo – el medico dice que si no se toma la medicina es muy probable que en las próximas dos semanas tenga otro episodio…