Relato de Susana S.

Han pasado dos semanas desde que terminó el segundo taller de escritura de  Shia Arbulú. Echo de menos estos viernes llenos de emociones, echo de menos a mis compañeros, echo de menos compartir con ellos mis sentimientos. En solo cinco semanas Shia consiguió crear ese ambiente tan especial que nos permitió a todos y cada uno descubrir nuestras almas. Por mi, el taller duró muy poco, me quedé  con ganas de seguir. Por mi, las clases terminaron en su mejor momento, cuando nosotros habíamos perdido casi del todo la vergüenza de mostrarnos tal y como somos y el disfrute de esta experiencia había llegado a su apogeo.  Solo me queda esperanza de volver a ver a mis compis en el próximo taller en febrero del año que viene y seguir… seguir empapándome del derroche gratuito y enriquecedor del talento de mis compañeros. Hoy os quiero dejar un relato de una de mis compis. Este relato me hizo llorar, lo sentí con todas las fibras de mí ser. Me pareció increíble como una persona que no ha sido emigrante ha sabido transmitir en un relato corto toda la esencia de lo que supone ser emigrante. Quizás en esto consiste verdadero talento de un escritor. Como dijo Shia una vez: «Ser escritor significa ser una persona muy empática…»,  yo añadiría, hiper- empática. Ahí va el relato, espero que Susana me perdona por haber cambiado el nombre de su relato. Lo he llamado simplemente «UNA LLAMADA».  Espero que os guste tanto como a mí…    *** Es una mañana fresca, se nota que el otoño ha llegado dejando toda su timidez atrás. Jane hace el trayecto de cada mañana a la parada de autobús un poco más lenta de lo normal. Después de casi un año sigue haciendo ese trayecto que se ha convertido en una rutina de lo más ordinaria posible, mirando con nerviosismo a los policías locales que tan temprano por la mañana ya empiezan a verse por el centro de la ciudad. Con su complexión filipina, es un poco regordeta y tiene marcas en la cara recuerdo de una enfermedad infantil. Sus ojos saltones están más rojos de lo habitual esta mañana mientras avanza a paso rápido para no perder el número uno de las 7.20.
  • Hola Nico, ¿Qué tal te fue el día en la escuela? – le preguntó en la video llamada de WhatsApp semanal la noche anterior
  • Charlie me quitó la bici y no conseguí que me la devolviera
  • ¿No te ayudó Nana?
Nico, apoya el teléfono, y desaparece de la pantalla al salir corriendo y dejando la vista del patio de su casa.
  • ¡Ma! – no hay respuesta y Jane siente ardor en el estómago – ¡Ma!, ¡Nico! – el pijama de felpa empieza a darle calor y sus manos secas se aferran al móvil mientras aprieta la mandíbula inconscientemente. La pantalla sigue vacía, se escuchan voces algunas de las cuales puede reconocer. Una de ellas la de su padre que aunque no suele estar en casa parece que hoy si lo está aunque su tono de voz suena raro. Sus palabras no son claras, como si tuviera un caramelo enorme en la boca y no consiguiera pronunciar bien. – ¡Nico!, ¡Ma! – intenta afinar el oído para entender la conversación, escucha a Má hablándole a Pá
  • Jane, nos ayudará, nos mandará el dinero de la medicina, no te preocupes Chato
Por fin aparece alguien en la pantalla y Jane se siente como si los 4000 kilómetros que les separan se duplican.
  • Jane, mija. ¿Cómo estás?
  • Bien Ma, ¿qué pasa? ¿Por qué hay tanta gente en la casa?
Etty, aunque sólo dieciséis años más mayor que su hija, parece ser su abuela. La vida de campesina en una aldea sin servicios básicos y donde no es fácil conseguir un jornal con regularidad le ha pasado factura.
  • Es Pá, ha tenido un ictus -haciendo un esfuerzo por hablar sin revelar un tono de alarma – y casi no lo cuenta. – Jane respira hondo y una punzada en la sien le produce una pequeña contracción en el musculo bajo el ojo derecho – Necesita medicina, Jane, y cuesta un jornal de una semana por día de tratamiento
Jane se pone las manos en la cara cubriéndose los ojos con los dedos mientras sus pulgares aprietan las esquinas de su mandíbula inferior.
  • Má, ¡mandé todo el dinero la semana pasada y hasta fin de mes no volveré a cobrar!, ¿Por qué me castiga Dios con esto? – Le parece como si todos sus esfuerzos por intentar ayudar a su familia a causa de sacrificios no tienen punto de fin.
  • Jane – dice su madre con los ojos muy abiertos y una mueca de miedo – el medico dice que si no se toma la medicina es muy probable que en las próximas dos semanas tenga otro episodio…

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